María Esther Prados Megías, Universidad de Almería
“Ahora me veis así, delgaducho, pero cuando estaba en el insti estaba gordito… ¡Os podéis imaginar cómo se metían conmigo! Siempre estaba llorando, incluso en mi casa, pero cuando nadie me veía (…) Un día en una clase de Educación Física hicimos juegos con mimo, imitar, mirarnos al espejo, gritar juntos… Estas actividades me dieron la oportunidad de hacer cosas juntos sin medirme con nadie, de moverme a la vez que hacía algo diferente; sentía que cuidaba mi cuerpo, que me daba alegría moverme; algo me pasó que empecé a valorar mi cuerpo de otra forma, así como soy. Recuerdo que me fui a casa pensando en algunas preguntas que nos hizo la profe sobre la actividad y llegué a la conclusión de que ¿quién ha dicho que hay cuerpos perfectos?” (Fede, 2024).
“Yo soy más lenta, menos ágil, más enclenque. Un día en clase de gimnasia hicimos ejercicios muy divertidos con pañuelos de colores y de respiración. Me concentré y sentí que mi cuerpo flotaba. Fue chulo sentir que a los demás también le pasaba lo mismo que a mí. Entonces ya no importaba mi lentitud, ni mi torpeza. Sentía alegría por mí y por los demás. Fue la primera vez que no sentía miedo en gimnasia, que formaba parte del grupo” (Blanca, 2024).
Fede y Blanca nos relatan uno de los episodios vividos en su etapa de secundaria, algo relativamente reciente y presente para ambos. Hoy se están formado para ser maestro y maestra de Educación Física en primaria. Como otros compañeros, han participado en una de las investigaciones que desarrollamos en la formación inicial del profesorado, en las que buscamos maneras de enseñar más “sensibles”, inclusivas y amables en Educación Física.
El relato biográfico
Esta investigación utiliza el relato biográfico, en este caso relatos escolares, como instrumento para la obtención de información. El alumnado puede narrar alguna experiencia o recuerdo relacionado con su cuerpo en clases de Educación Física en cualquiera de las etapas educativas o formativas.
A través del relato se reflexiona sobre su experiencia vivida y encarnada. Al compartir sus experiencias, cada estudiante toma conciencia de qué ha vivido, de quién fue y quién es ahora.
Profundizar en lo que nos ha sucedido, en lo que nos duele, en lo que sentimos o pensamos también es aprender. Los relatos permiten, además, comprender el contexto sociocultural y educativo en el que hemos crecido y su papel en nuestras creencias. Por eso, los relatos ofrecen claves para reflexionar sobre el sistema educativo.
Del positivismo corporal a la pedagogía sensible
El denominado “positivismo corporal” ha derivado en el consumo de “lo sano” a partir de hábitos y prácticas estéticas, de alimentación y físico-deportivas. Se busca una “buena imagen corporal” que guste a los demás, siempre bajo cánones dominantes y mercantilistas. Estas prácticas y preocupación por el cuerpo han aumentado entre los jóvenes, incluso en edades tempranas.
En gran medida, los discursos de la positividad corporal abogan por prácticas individualistas orientadas en el “tú puedes si quieres”. ¿Y si no se consigue?
Cuerpos sensibles que sienten
La propuesta de una pedagogía sensible invita a plantear prácticas educativas en las que el alumnado pueda acercarse a la experiencia “sintiente” de su cuerpo. Un cuerpo que es sensible a las diferencias, a lo distinto, a la diversidad de expresiones. Un cuerpo que duele, que a veces grita, que otras veces fluye, que a veces es torpe y otras inmensamente fuerte.
Un cuerpo que atiende a los sentidos y percepciones y a la forma en cómo nos podemos acercar a otro modo de tocar, ver, oler, sentir, escuchar y moverse de formas distintas, hacia el propio cuerpo y hacia el de los demás.
Por ejemplo, como nos contaba Blanca en otro fragmento de su relato:
“Aprendiendo una danza en clase me di cuenta de lo importante que era la unión, pero sobre todo puse atención a una consigna que la profe decía: date cuenta, pon atención al
Este testimonio puede servir de ejemplo al profesorado para comprender la importancia de plantear actividades “sensibles”, es decir, propuestas que no se apoyan tanto en estándares educativos basados en clasificaciones, mediciones, resultados, rúbricas o rankings.
Habitar el cuerpo en la escuela
Los resultados de este estudio abogan, sobre todo en las etapas de escolarización obligatoria, por incluir en las clases de Educación Física propuestas que inviten a habitar el cuerpo, es decir, a sentirlo, a tomar conciencia de los diversos estados en los que está y a buscar formas de expresión en movimiento que narren lo que les sucede a las personas. Entre múltiples posibilidades, destacamos:
- Crear espacios para visibilizar de forma segura, amable y respetuosa los cuerpos en movimiento. Es importante invitar al alumnado a relacionarse a través de la expresividad, la creatividad y el lenguaje no verbal como una forma pacífica y sensible de comunicación. Para profundizar en ello, el profesorado puede buscar diversas propuestas. Dejamos algunos materiales que se pueden consultar como: el proyecto EmoCrea del Cabildo de Canarias, el proyecto Bientratar o consultar libros como Educar con co-razón, Pedagogías Sensibles: sabores y saberes del cuerpo y la Educación, o Pedagogías corporales: una mirada interdisciplinar.
- Proponer la escritura, leer personalmente o en voz alta –respetando el anonimato si así se desea– “relatos escolares” o generar performances, para que el alumnado pueda compartir su experiencia vital.
Se trata de aprender a conocernos desde las múltiples experiencias que conforman nuestro mapa corporal. Podemos ser “torpes” en un toque de dedos en voleibol y al mismo tiempo tener gran sentido del ritmo; ser muy ágiles haciendo una finta con el balón y al mismo tiempo no coordinar un juego de malabares. Cada persona ha de encontrar la forma propia para expresarse corporalmente. Dominar o no una acción no ha de ser motivo para catalogarnos ni física ni personalmente.
Al igual que somos diversos, las formas de expresión de nuestros cuerpos en movimiento son múltiples, como múltiples son las experiencias que nos van construyendo. Una pedagogía amable en Educación Física se vincula con aspectos como trabajar la paciencia, el silencio, el ritmo de cada persona, la conciencia corporal, comprender los límites, decirle palabras amables al propio cuerpo y al de los demás, mirarlos con respeto y compasión.
María Esther Prados Megías, Licenciada en Educación Física. Profesora Titular. Área Didáctica de la Expresión Corporal. Doctora en Antropología Social y Cultural, Universidad de Almería
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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Author: viajes24horas
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Fuente: republicadominicana24horas.net